INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS- ANTONIO GRAMSCI


FICHA 6

Unidad 1: la filosofía como pensar problematizador

En esta oportunidad nos propondremos estudiar el pensamiento de Antonio Gramsci. Como verán es nuestro primer encuentro con un filósofo, por lo tanto indagaremos detenidamente identificando los argumentos que expone para demostrar que todos los hombres son filósofos.
Una vez analizado, encontrarás actividades para realizar en clase. 



INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA
Conviene destruir el prejuicio, muy difundido, de que la filosofía es algo muy difícil por el hecho de ser la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos especializados o de filósofos profesionales y sistemáticos. Conviene, por tanto,  demostrar de entrada que todos los hombres son “filósofos”, definiendo los límites y los caracteres de esa “filosofía espontánea”, propia de “todo el mundo”, a saber, de la filosofía contenida: 1) en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y de conceptos determinados, y no sólo de palabras gramaticalmente vacías de contenido, 2) en el sentido común y en el buen sentido; 3) en la religión popular y también, por consiguiente, en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, maneras de ver y de actuar que asoman en eso que generalmente se llama “folklore”.

Una vez demostrado que todos son filósofos, aunque sea a su manera, inconscientemente, por el hecho de que aún era la más elemental manifestación de una actividad intelectual cualquiera, el “lenguaje”, está contenida una determinada concepción del mundo, se pasa al segundo momento, el momento de la crítica y de la conciencia, es decir, a la pregunta; ¿qué es preferible “pensar”sin tener conciencia crítica de ello, de manera dispersa y ocasional, esto es, “participar” de una concepción del mundo “impuesta” mecánicamente por el ambiente externo, o sea, por uno de tantos grupos sociales en los que uno queda automáticamente integrado desde el momento de su entrada en el mundo consciente ( y que puede ser el pueblo o la provincia de  uno, puede tener su origen en la parroquia o en la “actividad intelectual” del cura o del viejo patriarca cuya “sabiduría” pasa por ley, en la mujer que ha heredado la sabiduría de las brujas o en el intelectualillo avinagrado por su propia estolidez e impotencia para actuar), o es preferible el abordar la propia concepción del mundo de manera consciente y crítica y, por ende, en función de ese esfuerzo del propio cerebro, escoger la propia esfera de actividad, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guía de uno mismo y no aceptar ya pasiva e inadvertidamente el moldeamiento externo de la propia personalidad?

La filosofía es un orden intelectual, cosa que no pueden ser ni la religión ni el sentido común. Ver como, en la realidad, ni siquiera la religión y el sentido común coinciden, sino que la religión es un elemento del disperso sentido común. Además, “sentido común” es un nombre colectivo, como “religión”; no existe un único sentido común, porque también el es un producto y un devenir histórico. La filosofía es la crítica y la superación de la religión y del sentido común, y en ese sentido coincide con en el “buen sentido”, que se contrapone al sentido común.
¿Cuál es la idea que el pueblo se hace de la Filosofía? Se puede reconstruir a través de los modos de decir del lenguaje común. Uno de los más difundidos es aquel de “tomar las cosas con filosofía”, que bien analizado, no hay que desdeñar del todo. Es cierto que contiene una invitación implícita a la resignación y a la paciencia, pero parece que el punto más importante es, en cambio,  la invitación a la reflexión, a darse cuenta de que lo que sucede es en el fondo racional y que como tal hay que afrontarlo, concentrando las propias fuerzas racionales y no dejándose arrastrar por los impulsos instintivos y violentos. (...) de superación de las pasiones animales y elementales en una concepción de la necesidad que da al propio actuar una dirección consciente.
(Quizá sea útil desde el punto de vista “práctico” distinguir la filosofía del sentido común para mejor indicar el tránsito de uno a otro momento: en la filosofía destacan especialmente los rasgos de elaboración individual del pensamiento, mientras que en el sentido común destacan los rasgos difusos y dispersos de un pensamiento genérico propio de una determinada época en un determinado ambiente popular. (...) Se trata de elaborar una filosofía que, teniendo ya una difusión (...) por estar conectada con la vida práctica e implícita en ella, se convierta en un sentido común renovado con la coherencia y el nervio de las filosofías individuales y eso no puede ocurrir si no se siente siempre la exigencia del contrato cultural con las “personas sencillas”).
Una filosofía de la praxis no puede por menos presentarse inicialmente con una actitud polémica y crítica, como superación del modo de pensar anterior y del pensamiento concreto existente (o mundo cultural existente). Presentarse, pues, ante todo como crítica del “sentido común” (tras haberse basado  en el sentido común para demostrar que “todos” son filósofos y que no se trata de introducir ex novo una ciencia en la vida individual de “todos”, sino de renovar y hacer “crítica” una actividad ya existente) y, por tanto. Como crítica de la filosofía de los intelectuales (...)  puede considerarse como las “puntas” del progreso  del sentido común, por lo menos del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, através de estos, también del sentido común popular.

La posición de la filosofía de la praxis es antitética de la católica: la filosofía de la praxis no tiende a mantener a las “personas sencillas” en su filosofía primitiva del sentido común, sino a conducirlos a una concepción superior de la vida. Si afirma la exigencia del contacto entre intelectuales y personas sencillas, no es para limitar la actividad científica y para mantener una unidad al bajo nivel de las masas, sino precisamente para construir un bloque intelectual-moral que haga políticamente posible un progreso intelectual de las masas y no sólo de reducidos grupos intelectuales.

Nota I. Por la propia concepción del mundo se pertenece siepre a un determinado grupo, precisamente al integrado por todos los elementos sociales que comparten una misma manera de pensar y de actuar. Se es conformista de alguna clase de conformismo, se es siempre hombre-masa u hombre-colectivo. La cuestión es esta ¿de qué tipo histórico es el conformismo, el hombre-masa del que se forma parte?  Cuando al concepción del mundo no es crítica y coherente, sino ocasional y dispersa, se pertenece simultáneamente a una multiplicidad de hombres-masa, la propia personalidad está compuesta de manera extravagante: se encuentra en ella elementos del hombre de las cavernas y principios de la ciencia más moderna y avanzada, prejuicios de todas las fases históricas pasadas, mezquinamente localistas, e intuiciones de una filosofía futura como la que será propia del género humano unificado a escala planetaria. Criticar la propia concepción del mundo significa, pues, hacerla unitaria y coherentey elevarla hasta el punto alcanzado por el pensamiento mundial más avanzado.  Significa también, por tanto, criticar toda la filosofía que ha habido hasta ahora, en la medida en que esta ha dejado estratos consolidados en la filosofía popular. El comienzo de la elaboración  crítica es la conciencia de aquello  que realmente es, a saber, un “conócete a ti mismo” como producto del proceso histórico desarrollado hasta hoy, que ha dejado en ti una infinidad de huellas, recibidas sin beneficio de inventarlo. De entrada conviene hacer ese inventario.

Nota II. No se puede separar la Filosofía de la historia de la filosofía ni la cultura de la historia de la cultura. En el sentido más inmediato y ajustado, no se puede ser filósofo, esto es, tener una concepción del mundo criticamente coherente, sin la conciencia de su historicidad, de la fase de desarrollo que ella representa y del hecho de que está en contradicción con otras concepciones o con elementos de otras concepciones. La propia concepción del mundo corresponde a determinados problemas planteados por la realidad, que son perfectamente determinados y “originales” en su actualidad. ¿Cómo es posible pensar el presente, y un presente bien determinado, con un pensamiento formado a partir de problemas de un pasado con frecuencia remoto y  superado? Si eso ocurre, significa que se es “anacrónico” en el propio tiempo de uno, que se es un fósil y no un ser viviente en la modernidad. O, por lo menos, que está uno “compuesto” de manera extravagante. Y de hecho ocurre que ciertos grupos sociales que en algunos aspectos expresan la modernidad más desarrolladas, en otros se hallan retrasados respecto de su posición social y son, por consiguiente incapaces de una completa autonomía histórica.

Nota III. Si es verdad que todo lenguaje contiene los elementos de una concepción del mundo y de una cultura, será también verdad que, por el lenguaje de cada uno, se puede juzgar la mayor o menor complejidad de su concepción del mundo. Quien habla solo el dialecto o comprende lalengua nacional es ne grados diversos participa necesariamente de una intuición del mundo más o menos estrecha y provinciana, fosilizada, anacrónica en comparación con las grandes corrientes de pensamiento que dominan la historia mundial. Sus intereses serán estrechos, más o menos corporativos o economicistas, no universales. Si no siempre es posible aprender más lenguas extranjeras para ponerse en contacto con vidas  culturales diferentes, conviene al menos aprender bien la lengua nacional. Una gran cultura puede traducirse en la lengua de otra gran cultura, es decir, una gran lengua nacional, históricamente rica y compleja, puede traducir otra gran cultura, esto es, ser una expresión mundial. Pero un dialecto no puede hacer eso.

Nota IV. Crear una nueva cultura no significa sólo hacer individualmente descubrimientos “originales”, significa también y de manera especial difundir críticamente verdades ya descubiertas “socializarlas” por así decir y hacer que se conviertan, por tanto, en base de acciones vitales, elementos de coordinación y de orden intelectual y moral. Conducir a una masa de hombres a pensar coherentemente y de manera unitaria el presente real es un hecho “filosófico” mucho más importante y “original” que el descubrimiento, por parte de un “genio” filosófico, de una nueva verdad que queda en patrimonio de pequeños grupos intelectuales.

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